Durante 200 años aproximadamente, la ciencia ha dicho que el cerebro de mujeres y hombres son esencialmente diferentes. Por ejemplo, como el de ellas es más pequeño que el de ellos, sus comportamientos, habilidades y gustos son distintos. ¿Será?
Los mitos sexistas de la ciencia
De acuerdo con la neurocientífica cognitiva, Gina Rippon, el cerebro humano no se relaciona íntimamente con el género. Más bien, el mundo y entorno donde crecen las personas son determinantes para su manera de actuar, pensar y desear.
Pero en 2020, son muchas las teorías que aún sostienen una diferencia anatómica entre mujeres y hombres. Sin importar los avances que las desacreditan, los mitos científicos sobre los géneros continúan vigentes en el imaginario social.
La idea de que existen cerebros femeninos y masculinos se sigue considerando una verdad biológica absoluta. Por medio de la cual, por ejemplo, se explica la creencia de que los hombres son más agresivos y las mujeres más empáticas.
¿Y si todas las personas tenemos el mismo cerebro?
Reconocer que las características del cerebro --como el tamaño-- nada tienen que ver con los géneros, significa aceptar que lo femenino y masculino no es un hecho natural. Es decir, que no existe una forma universal de ser mujer y de ser hombre, ni es mandatorio seguirla.
Asimismo, evidencia que algunas afirmaciones del “cerebro femenino” tienen su origen en prejuicios de género. Tal es el caso de la supuesta inferioridad intelectual de las mujeres frente a los hombres porque su cerebro era más pequeño y contenía más cuerpo calloso.
De esta manera, se sostuvo el estereotipo de que las mujeres eran “menos lógicas por naturaleza” y, por tanto, más emocionales. Hecho que motivó y justificó que los hombres ocuparan más puestos directivos por ser considerados mucho más inteligentes.
Pero si la distribución de los cerebros de hombres y mujeres es enormemente parecida, ¿por qué la ciencia sigue empeñada en encontrar la pruebas de una diferenciación sexual?
Hacia una ciencia sin estereotipos de género
En palabras de la neurocientífica Daphna Joel, no existe un cerebro feminino ni uno masculino, en todo caso, el cerebro es intersexual. Es decir, se trata de un mosaico único de características.
Cada vez un mayor número de científicas/os respaldan que las personas son iguales en habilidades intelectuales y emocionales, así como en personalidad e intereses. Durante los últimos 50 años, más de 50,000 investigaciones han abordado al sexo y género con cuidado para no caer en estereotipos.
Sin embargo, el neurosexismo o la presencia de sexismo en la ciencia sigue siendo una realidad en 2020. Durante décadas, la neurociencia ha servido para justificar los abusos e injusticias cometidos con base en la condición de género de las personas.
Aceptar la idea de que no existen cerebros femeninos ni masculinos implica será un proceso lento y conflictivo. Porque además de las implicaciones neurocientíficas, están las políticas. Si el cerebro es igual en todas las personas, no tiene razón de ser el establecimiento de relaciones de poder desiguales, donde las mujeres son inferiores e irracionales y los hombres superiores e inteligentes.
Una ciencia libre de prejuicios de género permitirá erradicar situaciones discriminatorias entre mujeres y hombres; antes consideradas “normales” porque se basaban en una supuesta “naturaleza femenina o masculina”.
En caso de encontrarse evidencia de una diferenciación sustancial entre los cerebros de mujeres y hombres, los hallazgos no representan una verdad absoluta que justifica las violencias y desigualdades entre las personas.
¿Qué se necesita en 2020 para dejar atrás al neuroseximo? Cuéntanos por WhatsApp.
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