Por Nadia Salazar Anderson
Más que respuestas, quisiera reflexionar con ustedes un montón de preguntas que suelen surgir cuando se empieza a hablar de feminismo.
Feminismo= mujeres amargadas que no tienen buen sexo, siempre están enojadas y odian a los hombres.
Estoy segura de que esta definición de feminismo le hará mucho sentido a varias personas que me leen. Como dice Chimamanda Ngozi Adichie, feminista africana contemporánea, en su TedTalk “Todos deberíamos ser feministas”: todos y todas nos regimos por etiquetas y el feminismo no está exento de ello.
Pero, qué tal si pensamos darle al feminismo otras etiquetas más positivas. Se me ocurre que pudiera y debiera asociarse más a menudo con justicia, con empatía, con solidaridad e inteligencia colectiva.
Y ¿por qué sería relevante reetiquetar al feminismo si lo único que saben hacer es quemar monumentos, comerse a los niños y educar a las niñas para repudiar el matrimonio? Porque estamos en un momento de la historia humana en la que necesitamos una vuelta de tuerca. Una que nos permita creer y crear nuevas formas de relacionarnos y el feminismo lleva unos cuantos siglos en esa búsqueda.
No estoy en contra del feminismo…
Pero “las mujeres son las que educan a los niños a ser machos y a las niñas a ser dejadas”, me dirán vari@s de ustedes. Y es muy probable que tengan razón, porque se ha establecido que las mamás somos las responsables de la educación de los hijos y las hijas, y, justamente por eso, es que desde mi punto de vista necesitamos al feminismo. Feminismo desde el Kinder, para todxs; con ejercicios para que mamá y papá vayan rompiendo ideas que atan, duelen y amordazan. Feminismo para que ellos crezcan sabiendo que está bien llorar y sentirse vulnerables, y ellas crezcan soñando con ser astronautas.
Yo defiendo a la familia
Y ¿qué va a pasar con instituciones tan sagradas como el matrimonio y la familia? Si a toda pareja que quiera matrimoniarse le diéramos una embarrada de feminismo, apuesto a que tendremos vínculos amoroso-legales mucho más pensados, armoniosos y sensatos. Así como familias mucho más libres, abiertas y funcionales.
Ahora, con la nueva normalidad y teniendo como nunca antes a toda la familia en casa, bien podríamos consultar a nuestra feminista de confianza para entender por qué es importante repartir las abrumadoras e invisibilizadas tareas de cuidado. Podríamos también aprovechar las tecnologías que tanto nos han ayudado a quienes tenemos esos privilegios, para visibilizar que sigue habiendo un montón de violencia doméstica que nos corresponde a todas y todos erradicar.
No todos los hombres
Entonces, ¿qué van a hacer los hombres para demostrar su valía? El feminismo les ayudaría a entender que valen porque existen y no en función de lo que un grupo social, grande o pequeño, espere de ellos. También comprenderían que quizás la violencia sistemática no es necesaria para destacar y, quién sabe, a lo mejor hasta las muertes violentas que tanto les aquejan, disminuyen.
“No todos los hombres somos violadores o asesinos de mujeres”... me van a señalar. Y es probable que tengan razón, pero el feminismo les daría herramientas para ayudarnos a que realmente sean “más los buenos”. Porque sabrían lo importante que es tomar una postura frente a situaciones cotidianas que nos lastiman como sociedad.
Uno como quiera, pero los monumentos…
Vale, me van a decir, sí hay violencia y todo, “pero es que esas no son las formas de protestar”. Un clavado al feminismo, a la experiencia corporal de vivir con acoso, estigma, discriminación y odio, por tener equis o ye genitales, o por no ser lo que se espera por tener esos determinados genitales, les haría comprender, desde la empatía, la rabia que produce no poder SER.
Échale una mirada amable al/los feminismo/s para cuestionarles
Me gustaría invitarles a echarle ojo al feminismo/los feminismos con una mirada crítica, que les permita encontrar la versión, corriente o teoría que más les acomode para hacer de sus vidas y sus relaciones un lugar mucho mejor. Pero éntrenle sin etiquetas, sin expectativas y con la mente abierta. ¿Aceptan?
Finalmente, desde mi perspectiva, un clavado al feminismo les va a permitir verse sin etiquetas, conocerse mejor como y por lo que son, amarse mucho más crudamente y comprender mejor al otro. Quién sabe, tal vez un día, nos volvamos transhumantes y el feminismo deje de ser necesario.
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